jueves, 11 de marzo de 2010

Quisiera volver a nacer

Quisiera decir algo pero cuando pienso que tengo una idea nueva, descubro que ya todos lo han dicho y soy el eco de la mujer muerta que se creyó original. A veces, quisiera ser ella, o aquella pero siempre término siendo yo; es como la condena de quien no hace huelga de hambre porque sabe que se lo merece todo y que quebrantaría mil veces la ley para llegar al lugar de donde quiere escapar. Soy contradictoria, ¿Quién no?

Quisiera romper el silencio y escupir en muchas caras todas las mentiras que mi mente considera verdades inquebrantables, pero soy cobarde, tan cobarde que me refugio en las letras y exorcizo los demonios que debieron de haberse ido en la niñez. De nuevo, soy la eterna repetición de la inconformidad, nada nuevo.

Quisiera salir corriendo y romperte la ropa, comerte los labios, la piel, el pene, el cabello y digerirte hasta hacerte mío y deshacer toda tu individualidad. Me doy asco pero es cierto, además, el asco a veces me es excitante.

Quisiera quedarme quieta, ser un vegetal y ser partida en mil pedazos para ser cocinada en tus alimentos, pasar por tu garganta y desgarrarla hasta dejarte mudo, perforar tu estómago y generarte diarrea… ser expulsada de ti como lo que soy, como lo que fui o lo que seré. Me iré junto a la mierda.

Quisiera dejar de querer lo que sea, y comenzar a vivir una vida, no la tuya, ni la mía. Una vida verdadera, donde los deseos se vuelven promesas y las promesas utopías, y avanzar por el universo hasta llegar a la nada, siempre a la nada.

Quisiera estar muerta y reconocerte allá arriba, o abajo, o en medio… ser todo y ser absoluta para después entrar en el remolino de un espermatozoide que lucha por sobrevivir en el huevo pegajoso de la vida, y volver a nacer.