miércoles, 18 de agosto de 2010

Muriendo de a poco

¿Por qué lamentamos la muerte?

¿Acaso es el hecho de reconocer que andamos por el mundo perdiendo el tiempo?

Quizá se trate del simple egoísmo de ver partir a la gente que nos enriquece, nos ayuda a crecer, a encabronarnos, a morir y nacer todos los días. Quizá seamos el miedo que no sabe responder a lo desconocido.

Quién sabe, a mí la muerte me seduce y me llama, y yo la repelo y le huyo, y luego le beso y luego vomito. A veces la veo frente a mis ojos y se me va y otras, la descarada busca entrar por el viento de las madrugadas y yo cierro la ventana para no verme morir a punto del amanecer.

Quiero morir en lunes, antes de la media noche, en la última hora, para no anhelar las otras veintitrés, para no envidiar a quienes se quedan, para estar descansada del fin de semana, para oler el aroma de su piel, para sentirle entre las piernas, y logre llevarme al infinito corporal, después los dos nos dormiremos, él despertará mañana, yo me quedaré intacta, siendo su último orgasmo, y el primer pensamiento.

Quiero morir antes de que ella me vea, que entienda que los finales son oscuros pero los inicios siempre traen luz. Morir y perderme de las contrariedades, del odio, de la hipocresía, del amor, de la ternura, de lo sublime. De estar viva.

Morir y saber que no importa quien lo lamente, o ver al muerto desvanecerse en los recuerdos, es tanto como morir tantito todos los días y sí, seguimos perdiendo el tiempo.

viernes, 23 de julio de 2010

Lagunas Mentales

Ahora que me he vuelto a establecer en la Laguna, junto a mis amigos y camaradas compañeros y compañeras de la Barra Nacional de Promotores Culturales 3d2 A.C, estamos realizando un pequeño esfuerzo, no así, con hartas ganas, de hacer promoción y difusión de lo que pasa culturalmente en la comarca lagunera y en el norte del país, así que, creamos la sección de Lagunas Mentales, donde cada quince días estaremos presentando alguna reseña, reportaje, entrevista con artistas de la región norte. :)

Además, subiré bimestralmente, las entrevistas que hago para la publicación impresa de 3d2, el FANZINE 3D2 :)

Mientras tanto, pásenle a lo barrido al blog de Lagunas Mentales, donde estaré enlazando cada una de las publicaciones que se hace desde la página de los compas de 3d2 A.C

Mi efímero paso por la opinión

Incursioné como aprendiz de columnista en sdpnoticias.com por invitación de Federico Arreola, ante una opinión que le mandé sobre la trampa y la traición de las y los mexicanos. Gran experiencia, especialmente, porque ahí descubrí que, no sé si estoy hecha para ser columnista, ni si ese tipo de ideas que tuve en dichas columnas valgan la pena escribirse.

Estoy pensando en regresar a las andadas, con un ritmo más lento y con columnas de mayor contenido, valdría decir que más bien, deseo meterme en la onda reportaje subjetivo, si eso puede existir y ser perdonado por quienes lo lean.

También dejo el enlace de la página donde pueden encontrar lo que escribí, y con la promesa de regresar mucho más profesional.

Cadáver exquisito

Tuve el honor de compartir por un semestre mis primeros trabajos de escritura con el grupo de SOGEM PUEBLA el año pasado.

En el grupo encontré a personas maravillosas, grandes amistades, grandes escritores en potencia, poetas consumados, y cuentistas.

Tuve además, la oportunidad de conocer a dos que tres profesores que me ayudaron a tener una visión más clara de lo que NO debía hacer si deseo ser escritora, y a otros y otras que me dieron grandes lecciones de vida.

Hace un rato, hicimos un cadáver exquisito entre todas y todos los integrantes, también dejo el enlace para que le echen un ojo… :P

Cuando el silencio apremia

Escribo por la necesidad de excomulgar a las buenas costumbres que habitan en mí. Permito entonces, que los demonios disfrazados de mujer, encubriendo culturas masculinas- milenarias, me besen, me toquen, me laman y me lleven al extásis de creer que algo importante he dicho. Todo lo contrario. No he dejado de decir sandeces desde hace un rato ya. ¿quién no?

Apenas un leve voto de silencio que me ha durado una semana, para poder regresar a las raíces, sean las que estas sean, y es que, ¿acaso no es verdad que de nada sirven las palabras cuando se pretenden ser leídas para otras y otros? Tengo la necesidad de escribir para mí misma, porque aún no sé quién soy.

Silenciaré mis grandes deseos de opinar por opinar, de decir por decir, de pregonar por pregonar, sin embargo, no firmaré nada, ni me comprometeré ante notarios públicos. Ya vendrá el post, la columna, el poema, o el cuento que me desmientan y se rían de mí por la vulnerabilidad, la egocéntrica humildad, y el desparpajo de seguir aventurándome a arrinconar la mente en el muro de lamentos que a nadie le importan, porque, finalmente, ¿Qué importan mis angustias, mis penas, mis fracasos ante una realidad que me avallasa y me deprime? ¡Qué círculo tan vicioso… que manera de perder mis segundos, que contradictoria, que falaz!

Busco que el silencio apremie, pero las buenas costumbres me acechan y necesito exorcizarlas.

martes, 11 de mayo de 2010

Ciega de ti

Te busco,
en cada rincón de archivos PDF,
en disquetes viejos de 3.5,
en archivos semi borrados de mi memoria.

A veces,
tengo la necesidad de verte,
aunque esté ciega de ti.
Intento reencontrarte
en las palabras religiosas,
los proyectos ecológicos,
los desvaríos políticos.
Tu racionalidad espiritual siempre me ha hecho daño.

Pero así eres,
Así te conocí
y así decidí entregarte mi vida.

Es cierto,
mientras te la doy,
te la he quitado a cada instante.
Primero,
aquel novio primerizo,
después,
ese que embriagaba juventudes,
luego,
una lista insabora
que ahora mismo no recuerdo.

Me daba a ti,
te entregaba los sueños húmedos,
las caricias adolescentes,
los primeros orgasmos.

Tú,
leías mentiras,
dabas consejos de “mejor amigo”
y comenzabas a vivir la vida misma.
Pero me daba,
quizá nunca te lo dije,
y ahora ni siquiera valga la pena escribirlo.
Era tuya,
siempre tuya.

Ahora,
te esfumas entre las sombras de un recuerdo
que se perfila en una historia inventada
por las soledades,
las heridas,
o la inmensa imaginación
que a veces me atormenta.

Sé de tus labios besándola a ella,
sé de tu pasividad,
por eso te busco,
por la necesidad de dibujar
fantasías latinoamericanas.

Aunque quizá no sea cierto,
Sigo ciega de ti
Y tal vez abra los ojos
y vea a un don nadie,
con cabello rizado,
ojeras marcadas,
piel blanca y curtida,
y la sonrisa enternecida
por la nobleza de tu alma.

A lo mejor
y encuentro que tu aroma huele a sur,
que tu voz es ruda,
que tu rutina me empalaga.

Pero estoy ciega,
y ciega te busco a tientas,
entre una pantalla
y la nada.

jueves, 8 de abril de 2010

El dolor sabe a sal

A veces me provoco las nauseas, la mejor manera y la más efectiva es sin duda, oler mi excremento. Lo hago seguido, me siento en el retrete, miro a la pared de enfrente y mientras defeco, me concentro en el olor que emana de mi ano. Es realmente asqueroso, por ende, mientras más lo huelo me doy cuenta de que todo lo que puede salir de mí es oloroso, putrefacto e inservible. Y entonces, vomito, vomito ácidos gástricos, -pues es evidente que la comida salió por otro lado- y me lastimo el pecho mientras me recargo en el mismo retrete donde mi caca y mis líquidos gastrointestinales me enseñan mi esencia. Eso es lo que soy, lo demás es parafernalia que hemos venido adquiriendo sin siquiera pedirlo. ¿Acaso no es cierto? Ni siquiera pedí ser mujer, ni crecer en la familia donde nací, nada de las cosas que realmente me importan han sido mi decisión, y claro, mis decisiones se limitan a las circunstancias de una sociedad de la que tampoco estoy conforme, aunque para ser honesta tampoco es que vaya en su contra, es inútil, no voy a morir de pie, porque nadie lo hace, todos caemos, nuestro cuerpo se rige por las leyes de la gravedad y nuestra mente es una cosa sobrevalorada justamente porque nadie la entiende, es como los escritores que nadie comprende, o los pintores que causan repulsión, se les sobrevalora, se les erige un culto y entonces, nadie pregunta nada más, da por hecho que sirven para algo. Así es la mente, y pueden refutarme, el problema es que no tenemos los argumentos necesarios. Sería, sin duda, una conversación ociosa. Si la acompañamos con un poco de mariguana quizá sería mejor. Pero no puedo fumar mariguana, he dejado de ser una niña a la que los jóvenes le venden un poco de hierba para ligársela. Mi cuerpo no miente, mi edad se nota en mi piel, en mis ojos, en mis huesos. Por más que deseemos ocultar nuestra existencia, ahí está, aunque huyas de todos los espejos del mundo.

A veces también lloro, siento como mi boca se desfigura en un acto mecánico del que no soy dueña, y mi pecho se hunde y se hincha porque mis pulmones piden oxigeno mientras de mi nariz, sale un moco transparente que se resbala entre mis labios. Lagrimas y mocos se entrecruzan en mis labios y la sal de mi propio cuerpo se impregna dentro de mí. Soy egoísta, prefiero beberme, lamerme o chuparme a dejar que mi dolor no sepa a nada. El dolor sabe a sal.

Cotidianamente me enojo. Cualquier cosa es buena: descabezados, malos orgasmos, mi pareja durmiendo mientras veo televisión a las tres de la mañana, el perro del vecino, las putas mujeres operadas que se atreven a exhibir sus inseguridades y son capaces de hacerme sentir gorda, chaparra y fea, cuando debería de estar riéndome de ellas, los productos de venta por televisión que me asombran por el simple hecho de que alguien se atreve a venderlos, mi madre y sus problemas psiquiátricos, mi padre y su machismo pisoteado y su mediocridad mezquina, mi hermano y su mujer escenificando cada capítulo de series televisivas, mis sueños infantiles y la terrible flojera de realizarlos porque sé que no servirán de nada, que no ayudarán en nada y que no se convertirán en nada, porque nada son y la nada no existe. Todo es posible, cualquier cosa puede hacer que de pronto un calor se apodere de mi estómago y me haga vociferar todo el resentimiento que tengo hacia mí misma y que maquillo de errores en los demás. Soy buena en ello, suelo tener la habilidad de decir crueldades y de echarle la culpa a los demás de mis malas decisiones, porque vaya, he de confesarlo, no tomo decisiones y cuando lo hago, las tomo mal. Y no es que sea pendeja, es que soy humana, y me la paso peleándome con la vida, porque cada segundo, cada minuto y hora del día me dice que se está yendo, que cada día falta menos, que mi existencia está contada y que por más que escriba letras, emita sonidos, me mueva todos los días como un ser humano normal para olvidarme de mi sentencia, ahí está, extinguiéndose en el eterno ciclo de la vida, al cual no le importo de más, porque a veces lloro, defeco, vomito y me enojo, como todos los demás.