martes, 11 de mayo de 2010

Ciega de ti

Te busco,
en cada rincón de archivos PDF,
en disquetes viejos de 3.5,
en archivos semi borrados de mi memoria.

A veces,
tengo la necesidad de verte,
aunque esté ciega de ti.
Intento reencontrarte
en las palabras religiosas,
los proyectos ecológicos,
los desvaríos políticos.
Tu racionalidad espiritual siempre me ha hecho daño.

Pero así eres,
Así te conocí
y así decidí entregarte mi vida.

Es cierto,
mientras te la doy,
te la he quitado a cada instante.
Primero,
aquel novio primerizo,
después,
ese que embriagaba juventudes,
luego,
una lista insabora
que ahora mismo no recuerdo.

Me daba a ti,
te entregaba los sueños húmedos,
las caricias adolescentes,
los primeros orgasmos.

Tú,
leías mentiras,
dabas consejos de “mejor amigo”
y comenzabas a vivir la vida misma.
Pero me daba,
quizá nunca te lo dije,
y ahora ni siquiera valga la pena escribirlo.
Era tuya,
siempre tuya.

Ahora,
te esfumas entre las sombras de un recuerdo
que se perfila en una historia inventada
por las soledades,
las heridas,
o la inmensa imaginación
que a veces me atormenta.

Sé de tus labios besándola a ella,
sé de tu pasividad,
por eso te busco,
por la necesidad de dibujar
fantasías latinoamericanas.

Aunque quizá no sea cierto,
Sigo ciega de ti
Y tal vez abra los ojos
y vea a un don nadie,
con cabello rizado,
ojeras marcadas,
piel blanca y curtida,
y la sonrisa enternecida
por la nobleza de tu alma.

A lo mejor
y encuentro que tu aroma huele a sur,
que tu voz es ruda,
que tu rutina me empalaga.

Pero estoy ciega,
y ciega te busco a tientas,
entre una pantalla
y la nada.